CORREDORA DE FONDO, JUGADORA DE TODO
Autor: Gloria Gil
Prólogo: Marc J. Mellado
Fotografías: Javier Garrido Fustel
Collages i+d: Zoográfico
Precio: 12 €
Fecha publicación: 09/2021
Formato, páginas: Tapa blanda intervenida, cinta marcapáginas, 78 páginas.
Medidas: 130 x 190 mm
ISBN: 978-84-121076-6-1
Precisamente porque fuimos capaces de detener el giro de la rueda más grande y pesada, sé que nuestra recompensa se desvanecerá poco a poco con el paso de los años. Porque el premio por parar no es el descanso: es poder seguir corriendo. Y creo que es un precio muy barato para las que intentamos, noche tras noche, retener un poco de todo este olvido. Nunca fue la solución aplazar las caídas: para quien está acostumbrada a la incomodidad, hasta una silla se le hace inservible. Por eso, desde esta tan admirada postura bípeda, no nos queda otro remedio que revindicar la gravedad y sus accidentes.
Cuando solo hacemos que tropezarnos, dime; ¿le estamos dando un nuevo significado al camino? Te lo digo desde el suelo, esa vulgar a la par que extraña sustancia que repele los alambres sobre la que nos hemos acostumbrado a amarlo todo y de la que me cuesta cada vez más despegarme. Cada tarde oigo la misma baldosa moviéndose, te lo juro, como cuando suenan las campanas en la plaza por un acontecimiento muy esperado. Pero es solo un sonido leve, una oración en balde hacia un dios que nunca ha existido, un mero aviso para las que entran, quizá guiadas por un trazo iluminado: que aquí lo único valioso que hay es nuestro amor a la vida, y hemos hecho de la niebla una armadura entallada para protegerla cuando nos cansemos de tanto equilibrio.
Así que, una vez contemplada la opción de divertirse cuando lleguemos a no sé dónde, toda vez reunidas y etiquetadas todas aquellas cosas poco trascendentes que algún día sobraron pero que hoy nos definen, tendremos que aceptar la herencia impuesta de la resignación para llegar un poco más lejos. Total, nunca estuvimos ni pronto ni cerca. Cansadas, sí. De hecho, estoy a punto de perder de nuevo el aliento. Pero te juro, Gloria, que, aunque ya no pueda más, volveré del abismo las veces que sean necesarias para seguir corriendo.
Marc J. Mellado